Ejemplo intramuros: pasó toda su vida en la cárcel e impulsa la construcción de viviendas y el reciclaje de plástico
Por Facundo Arrechea, de la redacción de NOVA.
Es uno más de los miles de reclusos que en las distintas unidades carcelarias de Argentina intentan progresar en la vida intramuros para dar un ejemplo de reinserción social y trabajo mancomunado. En este caso, a partir de la producción de viviendas para familias necesitadas o el reciclaje de residuos plásticos; sólo alguno de los proyectos que ideó y que comparte con otros presos.
Actualmente cumple su pena en la Unidad nº 49 de la localidad de Junín, desde donde continúa diseñando proyectos que envía a las autoridades penitenciarias y eclesiásticas con el objetivo de crear mano de obra carcelaria y contribuir al bienestar social.
Alejandro Damián Bustos (37 años) es autocrítico de los errores cometidos; sostiene que la solidaridad y el trabajo mancomunado dentro de los pabellones pueden ser herramientas indispensables para intentar deconstruirse de cara a la sociedad. Es activo en las redes sociales y comparte sus iniciativas, con repercusiones dispares, en los perfiles de miles de usuarios del mundo. –incluido figuras famosas-.
Es oriundo, al igual que su numerosa familia (su madre, tres hermanos y dos hermanas) del barrio La Fraternidad, en la localidad de General Rodríguez. Desde hace cuatro meses se encuentra desocupado, pero no cesa en su intento de pedir herramientas que les permitan cumplir sus sueños.
En el año 2009, -antes de salir de prisión para luego reincidir-, junto a otros cuatro internos de la Unidad Penitenciaria nº 5 de Mercedes comenzó a diseñar y construir juguetes y muebles de madera, que luego fueron donados a comedores comunitarios y jardines de infante de la zona. En sólo seis meses gran parte de los presos se sumaron a la iniciativa y gracias a la repercusión de la idea, elevó un proyecto a las autoridades del servicio penitenciario para buscar respaldo institucional y poder ampliarlo a otras unidades de la provincia de Buenos Aires y el país.
En la misiva enviada a las autoridades, asegura no necesitar fama ni poder; sólo las herramientas necesarias para poder convertir un sueño en realidad: fabricar casas de estilo americano para que cada mujer necesitada y sus hijos puedan tener un hogar digno y mejorar su calidad de vida.
La iniciativa no es fruto de la improvisación: Bustos detalla que las viviendas se construirían con la mano de obra de los reclusos –que percibirían un sueldo mínimo de 3 mil pesos-, asesorados con un profesional matriculado en carpintería, entre otros rubros de la construcción, y los materiales necesarios.
A modo de ejemplo, asegura que una cabaña se puede fabricar con el trabajo de 10 presos, esquema que al replicarse con continuidad, permitiría construir 10 cabañas por mes, con la mano de obra de 100 reclusos. Su objetivo es llegar a todas las cárceles de Argentina y para eso solicita, además, capacitaciones en albañilería, construcción de bases y plomería.
La idea, asegura mientras comenta de forma minuciosa como es la rutina carcelaria, es que al momento del cumplimiento de la condena, el preso se pueda reinsertar en la sociedad como mano de obra calificada, lo que reduciría los márgenes de reincidencia, facilitaría la reinserción social y contribuiría a reducir los índices delictivos.
Alejandro Bustos afirma ser consciente de que el delito siempre va a existir y que el Estado siempre va a tener que trabajar en optimizar los dispositivos de seguridad, pero ve en su iniciativa una herramienta para mejorar en ese sentido y que los reclusos paguen a la sociedad “por el daño cometido”, una vez que por mérito propio o cumplimiento de los plazos procesales obtengan salidas transitorias laborales.
Después de recordar su paso por otras unidades en diálogo con NOVA –ingresó en el sistema carcelario desde muy chico-, se define como una persona curiosa, que busca información constantemente y amante de la lectura.
Piensa que el preso es la mayor parte de las veces estigmatizado, pero rescata ejemplos de compañeros “talentosos” en rubros como el deporte o la escritura. Él mismo está trabajando en un libro de su autoría sobre los inocentes del sistema. Otro de sus sueños es publicarlo para poder dar testimonio de su ejemplo.
Mientras narra varias de sus iniciativas, no duda en agradecer a personal del ministerio de Justicia -trabajadores sociales como Celina y coordinadores- por ayudarlo a vehiculizar el proyecto, que espera pueda ser concretado para mejorar la calidad de vida de un reo en solidaridad y generar valores de ética y moral.
Por el bien del planeta
Alejandro Bustos es miembro integrado de UNIV ONG Internacional de ayuda Humanitaria y Educación a través de UNIV Argentina. En ese marco, presentó un proyecto de Recolección de Desechos Plásticos para Reducción del Agujero de Ozono. La idea es que después de la recolección de botellas y otros materiales PET, la organización lo utilice como insumo para el denominado proyecto Atlántida, que promueve la construcción de viviendas con material reciclable en Oceanía y otros puntos del planeta.
La construcción de las unidades habitacionales se haría bajo la supervisión del Ingeniero Ramón Espinosa, quien tiene 12 años de experiencia en el rubro. La construcción de viviendas de ese tipo contribuiría a reducir el daño ecológico, los costos del material y los tiempos de fabricación.
Según detalla Alejandro, la obtención del plástico se ve favorecida por el ingreso de los familiares de los convictos, que en sus visitas llevan consigo botellas, vasos y otros elementos que pueden ser reutilizados. Cada prisión, explica, recibe familiares de unos 800 presos mensuales en promedio.
También aporta los cálculos: cada preso recibe mensualmente 1.5 kilos de plástico en diferentes formatos, por lo que cada unidad carcelaria -hay más de 300 en el país- dispondría de más de una tonelada/mes de material para utilizar en la construcción de viviendas, lo que equivale a unas 360 toneladas mensuales de materiales reciclables.
Invitación
Por su experiencia y su trabajo, Alejandro fue invitado a ser referente y líder de las cárceles argentinas del programa voluntario de rehabilitación para criminales “Criminon” (que significa “sin crimen”, en latín), que utiliza las tecnologías desarrolladas por Ronald Hubbard para ayudar a los presos a recuperar el orgullo y la autoestima. La entidad opera en más de 2 mil prisiones, ayudando a unos 100.000 mil reclusos, a través de cursos a distancia o seminarios en los sitios de alojamientos de convictos.